La Razón

2022-09-10 14:05:44 By : Mr. Frank Zhang

Los amantes de la caza y el tiro deportivo ya cuentan con un remedio para no contaminar. La caza es un deporte que se practica en plena naturaleza y las consecuencias de una gestión lógica y estudiada conllevan una serie de beneficios para el medio en el que se desarrolla. No obstante, el disparar en el campo supone una acción contaminante por parte del propio cazador. Los cartuchos tradicionales disparados durante la caza están formados por plástico al igual que el taco base y el taco contenedor de perdigones que hay en su interior. El cazador, cada vez más concienciado con el medio ambiente, puede recoger las vainas del cartucho disparado para no dejarlas en el campo y después tirarlas a la basura, pero los dos tacos expulsados en el disparo se quedan dispersados en la naturaleza ya que es difícil saber dónde caen. El plástico que conforma estos tacos es el equivalente a cuatro bolsas de supermercado que quedan difuminadas en el campo. Así mismo, las vainas al ir unidas al culatín, no pueden ser recicladas en los centros de reciclaje por lo que acaban en la basura aumentando así la aportación de plástico a la naturaleza.

Ante este panorama nació Bioammo, una empresa 100% española que ha agitado el mercado de la cartuchería con su aparición. Bioammo es una empresa biotecnológica española pionera en el desarrollo de munición 100% biodegradables y compostable. Desde 2008 han desarrollado y patentado diversos proyectos de I+D+I para la fabricación de munición de caza, tiro deportivo y defensa y tras años de investigación han conseguido elaborar un biopolímero que está hecho 100 % con base de origen vegetal y lo que es más importante, también es compostable. Estos biopolímeros que conforman los cartuchos de caza se degradan en la naturaleza por acción enzimática de las bacterias que los consumen. Esto significa que tras el proceso de biodegradación no van a dejar residuo tóxico alguno convirtiéndose por completo en biomasa. Este proceso de biodegradación es limpio, pues los microorganismos, hongos y algas (muy abundantes en el entorno natural) procesan todo el material.

En unas condiciones estándar en la naturaleza en nuestro país, estos cartuchos tardan entre uno y dos años en desaparecer completamente sin dejar ningún tipo de residuo sintético ni tóxico.

El culatín metálico de estos cartuchos no es tóxico. Están formadas por latón al igual que los cartuchos tradicionales, un material férrico que al oxidarse se convierte en óxido de hierro que en ningún caso en contaminante. Si se entierra la vaina completa se oxidará en un proceso natural.

Aunque es un material biodegradable, las condiciones de almacenamiento permiten conservar los cartuchos al igual que los convencionales sin que se experimenten deformaciones.

Enrique López-Pozas es el presidente y fundador de la empresa, un visionario que se ha adelantado a su tiempo y desarrollado esta idea de negocio. Ante la cada vez mayor concienciación medioambiental y las futuras leyes que van a restringir drásticamente el uso de plásticos Bioammo se presenta como una innovación necesaria en el mercado.

Fruto de estos años de investigación han sido las 110 patentes registradas en 55 países por todo el mundo. La empresa creó su fábrica 2019 en Santa María la Real de Nieva, en la provincia de Segovia donde elaboran todos los componentes bioplásticos del cartucho. La pólvora y los perdigones que cargan son importados y todo ello es ensamblado en esta fábrica hasta obtener el producto final.

¿Cómo es el proceso?

En la fábrica realizan todo el proceso desde la llegada del polímero en forma de pequeñas lentejuelas hasta su embalado final para almacenaje y venta. En primer lugar, se procede al secado del material de origen vegetal en unos hornos para eliminar la humedad que tiene y poder procesarlo después. Los tacos base y los tacos contenedores son fabricados en unas máquinas que a través de unas determinadas temperaturas y presiones van fundiendo el material. El material en un estado viscoso entra en unos moldes que son los que conforman la forma final.

En el caso de las vainas, el proceso es distinto ya que debe tener unas características fisicoquímicas especiales para aguantar las fuertes presiones que se van a desarrollar en su interior en un disparo. En el proceso de creación de vainas se crea un tubo que va siendo sometido a distintas tensiones, arrastres y cambios de temperatura para obtener la vaina final con sus diámetros exterior e interior exactos para el calibre fabricado.

Posteriormente se unen el culote metálico y el pistón a la vaina para después ser rellenados con todos los componentes: tacos, pólvora y perdigones. Finalmente, los cartuchos son sellados y embalados en las cajas que el consumidor puede ver en las armerías.

El cartucho es biodegradable, pero… ¿es tan bueno como los demás?

La calidad y prestaciones finales del cartucho han sido también tenidas en cuenta y el ser la fábrica más moderna que opera actualmente en el sector hace que las cargas y las medidas sean de primer nivel. En cada línea de fabricación los ensayos son constantes para poder detectar cualquier imperfección. En el banco de pruebas de que disponen en la fábrica pudimos asistir a la medición de velocidad de una selección de cartuchos de distintas marcas que se comercializan actualmente obteniendo los de Bioammo unos muy buenos resultados. El material conseguido ofrece unas características prácticamente idénticas al plástico y por lo tanto ofrecen un excelente plomeo y penetración.

Todo esto ha hecho que las empresas del sector hayan tenido que reciclarse y muchas de ellas están empezando a ofrecer cartuchos en los que se busca eliminar el tan contaminante plástico.

Desde la empresa afirman que el 98% de sus ventas se producen en el extranjero. Los países nórdicos, más concienciados con una caza que cuide 100% del medio ambiente son sus principales clientes. No obstante, sus ventas se reparten por todo el mundo desde Estados Unidos, pasando por Asía y llegando a Australia.

Ofrecen cartuchos para caza y tiro deportivo en calibre 12 cubriendo las distintas cargas y plomos convencionales. Cargan también acero para aquellas zonas donde está prohibido el uso del plomo y en su gama blue un compuesto que no rebota como el acero y presenta una dureza similar al plomo. Y en su afán de constante innovación ya están trabajando también en el desarrollo de balas libres de plomo y sin rebotes, pero con los mismos grains de peso de puntas.